domingo, 10 de agosto de 2014

Primera gran crisis

Al llegar a Viena tuve una fase de luna de miel. Todo me parecía maravilloso, hasta la gente me parecía más amable y más guapa que en Salzburgo. Luego vino una época, larga, muy larga, en la que nos peleamos y poco a poco nos dejamos de hablar. Supongo que fue nuestra primera gran crisis.

Algunos de los motivos por los cuales estaba muy enfadada, especialmente con mi barrio, era que el carnicero del mercado tuvo que cerrar y otra era que el mítico frutero de la esquina se iba a jubilar. Sólo de pensar en un verano sin sus melocotones me deprimía. Así que cuando esa mañana de finales de marzo, antes de tomar el avión para pasar un mes en España, bajé a comprar las últimas naranjas para desayunar pensando que nunca más iba a volver a ver la tiendita abierta, me dieron ganas de encadenarme al mostrador y que me tuvieran que desokupar.

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Al volver de España ha sido cuando nos hemos empezado a reconciliar. Una tarde oí que alguien me llamaba y descubrí que una sonrisa de sandía me preguntaba si ya no iba más a yoga, entonces me di cuenta de que ya pertenecía a una comunidad. Esta primavera pasada he estado encontrando caminos para encontrar en mi barrio lo que esperaba de él, incluido uno a un mercado de los de verdad (con pescado y todo) a una distancia razonable.

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Así que a pesar de que en cada visita a la frutería salgo con el corazón encogido, veo otra vez en éste un buen barrio donde vivir y disfrutar de sus melones y fresas como si fuera la última vez.

Falso tiramisú de fresas

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Ingredientes

medio kilo de fresas
una cucharada de azúcar
zumo de limón o de naranja
medio kilo de mascarpone
200 ml de nata para montar
dos cucharadas soperas de azúcar avainillado
un paquete de bizcochos de soletilla

Si se tiene tiempo, se parten las fresas y se dejan marinar con ela cucharada de azúcar y el zumo de limón una noche en la nevera. Si no se tiene tiempo, se trituran la mitad de las fresas con el azúcar y el zumo de naranja.
Cuando se está listo para empezar a preparar el postre, se bate el mascarpone con la nata y el azúcar avainillado. Se mojan los bizcochos en el líquido de macerar las fresas o en el líquido de triturar las fresas y se van colocando en la base de un bol o el recipiente donde se vaya a servir el postre. Se rocían con un poco del líquido y se pone una capa de la mezcla de mascarpone y nata, se vuelve a hacer una capa de bizcochos remojados, líquido y mascarpone con nata. Para acabar, se adorna con las fresas marinadas o frescas en láminas.

Espolvoreado con pistachos picados tiene un toque verde precioso de y en vasitos individuales tiene un aire elegante para recibir a invitados excepcionales. Cuando el verano va avanzando y las fresas dejan de estar de temporada, la misma operación con frutas del bosque queda deliciosa.

¡Salud!

4 comentarios:

  1. Pues tendré que visitar al frutero de mi barrio para "recolectar" los ingredientes de tan rico postre :)

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    1. Ha sido el éxito del verano, junto a los polos de fresas y yogur… pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión :-)

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  2. Te entiendo muy bien. Las relaciones con los lugares son como con las personas, pasas por fases que evolucionan, son cíclicas...

    +besos

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    1. Sí, y hay algunos lugares que te caen peor o de los cuales tenías una falsa imagen y luego cuando los vas conociendo te gustan más o menos… Las ciudades también tienen su corazoncito :-)

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