domingo, 6 de mayo de 2018

12 pequeños cambios: con lógica

Cambio de mes, cambio de tercio. Después de un abril en el que la pila de reparaciones no ha disminuido ni un milímetro me da hasta un poco de apuro aparecer por aquí. Eso sí, el Tonisito está siendo muy laborioso y ya tiene lijada una de las sillas del balcón y ha reconvertido lo que era nuestro huerto en una cocinita de exterior para los marmotillos.



No he cumplido mi promesa de ir mostrando en Instagram lo muy basurilla que es Viena, pero sí que ha habido un par de cosillas interesantes. He comenzado a frecuentar (bien, a aparecer de vez en cuando) en Die Schenke, la "Kost-Nix-Laden" del barrio, una tienda donde todo es gratis. Puedes dejar lo que ya no quieres y tomar lo que necesites. Además tienen cafetería donde se paga la voluntad por comida, café, zumo o pasteles. Hubo una fiesta de intercambio de ropa y tanto mi hummus como mi bizcocho de limón sin limón triunfaron. Llevé ropa que sé que no me pondré nunca y algunas cosas de bebé que ya no caben, a cambio me llevé unos pantalones de nieve para el marmotillo mayor.



Y ahora ya sí, el tema nuevo de este mes del cual soy anfitriona. Es un tema complicadillo, se titula "Con lógica" y se trata de poner lógica, responsabilidad y conciencia a la manera como consumimos, a dejar hacerlo por inercia y pensar, reflexionar un poco qué es lo que compramos y qué consecuencias tiene.

Partiendo de la base de que lo último que deberíamos hacer es comprar después de habernos planteado si realmente lo necesitamos, si se puede reparar, haber buscado qué puede hacernos un servicio similar, haber preguntado a la vecina si te lo puede prestar (la última vez, la mía me regaló su batidora vieja cuando se la pedí prestada porque la nuestra murió al intentar hacer un smoothie verde de espinacas congeladas) y haber buscado en tiendas de intercambio o de segunda mano, pues hay veces que no queda más remedio, sobre todo en los alimentos.

Cuando ya he agotado todas las posibilidades anteriores y tengo que comprar algo es cuando entran en juego mis Grandes Criterios De Compra, así con mayúsculas y todo. Mis prioridades son (por este orden): sin plástico/sin empaquetar, de producción local (lo más cerca posible, a veces con que sea un producto europeo me conformo), de temporada y con las máximas garantías de que no se esté explotando a nadie ni nada (de producción ética y/o orgánica). Para eso, si hago la compra en supermercado tengo que fijarme en las etiquetas, en los sellos que me dicen que un grupo de expertos han dado el visto bueno y eso es suficientemente ecológico para llevar el logo con el sello de producción orgánica, o de producción local, o de producción justa.



Si voy al mercado o al colmado a granel no hay tantas etiquetas, pero hay algo mucho más romántico que estamos perdiendo: confianza. Confianza en que la familia que tiene un huerto y cada viernes lleva sus manzanas y sus patatas a vender al mercado no usa pesticidas chungos, que sus condiciones laborales son las justas... cuando hablas directamente con el productor no necesitas etiquetas, sólo tienes que preguntar, hablar y confiar.

Como siempre, aunque a veces entren en conflicto (¿tiene alguna lógica comprar miel de comercio justo traída de Perú cuando en mi barrio hay apicultores?), un criterio me lleva al otro haciendo una reacción en cadena. Empecé intentando comprar la fruta y la verdura sin plástico y fue bastante fácil con el pedido a domicilio de la caja y mis visitas al mercado. Luego he seguido con los productos lácteos, que otra vez es muy fácil porque hay aún hay productores en Austria que usan tarros y botellas retornables para la leche y el yogur. El siguiente paso están siendo los granos, cereales, pasta... y estoy aprendiendo mucho: a fiarme de mis sentidos y saber qué producto estoy comprando (si es arroz basmati o jazmín, por ejemplo) y una vez en casa qué tal está de caducidad (sin etiquetas no hay fecha de caducidad).



En vistas de todo esto, mi cambio de mayo va a ser aumentar los productos que compro a granel, sin empaquetar o sin plástico. Quizás lo que deba hacer también es encontrar un sistema para no sentir que me complico la vida con tantas visitas diferentes para hacer la compra y no caer en la tentación del supermercado, sobre todo teniendo en cuenta que me sigue siempre de cerca un marmotillo de dos años con muchas autonomía pero con un ritmo muy particular. Investigaré, preguntaré y trazaré un plan para que los viernes de mercado sean más relajados y más ligeros.

¿Qué reto te plantearías tú? ¿Cómo puedo mejorar la visita a mercado, colmado, panadería y supermercado del viernes por la mañana? ¿Me estoy complicando la vida? ¿Debería simplificar en algo? Si tienes propuestas, preguntas, reflexiones, ya sabes, nos vemos por aquí o por allí compartiendo con el hashtag #12pequeñoscambios.

¡Salud!

7 comentarios:

  1. Uf. Si el mes pasado ya me costó lo de reutilizar y dar nueva vida a cosas que ya tengo en casa, ahora me parece aún más difícil. Me está sirviendo de mucho el reto como reflexión sobre lo que hago, y ahora sobre lo que compro. Muy interesante y muy complicado.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. A mí también me lo parece, y también me ha parecido difícil intentar poner un poco de orden al tema y no sé si lo he conseguido. Una cosa es seguro, lo importante es empezar y luego notas como un efecto dominó y todo es màs fácil. ��

    ResponderEliminar
  3. Yo estoy tratando de hacer lo mismo. Comprar en el mercado cada fin de semana. Pescado en la pescadería con mi propio taper y menos visitas al supermercado. Como ya dije en el post anterior con las recetas de los productos de limpieza fabrico mi propio jabón y así utilizo el mismo envase en lugar de comprar y tirar. En cuanto a complicarse la vida yo también me lo suelo preguntar. Creo que el sentido común puede ser una buena guía. En definitiva me siento mejor según mi criterio actuando de esta manera.

    ResponderEliminar
  4. Esa sensación de complicarse la vida, je, je. Como cuando vas a comprar zapatos para los peques y además de que te gusten y esté su talla te preocupas del material con que está hecho, de dónde lo fabricaron, etc y luego acabas comprando el que más brilli-brilli o superheroes tiene en el estampado. Me suena.

    ResponderEliminar
  5. Que bien, la R de Reflexión es la que más me gusta, pero también el reto más grande.
    Como tu, cuando no me queda más remedio que comprar aplico unos criterios parecidos, solo que el primero que pongo es la durabilidad,sobre todo con la ropa o la tecnología.
    En la compra a mi me funciona las compras grandes cada cierto tiempo: En el grupo de consumo buscamos proveedores cercanos, con criterios ecológicos o basándonos en las relaciones de confianza y hacemos pedido de cereales, pasta, arroces por ejemplo para 6 meses. Lo mismo con el aceite, o las conservas.
    Y en el día a día a mi me cuesta más la planificación, así que tengo algunas pautas como el martes que es el fish day y el tupper ya va en mi mochila o los miercoles de verdura para los que llevo lo necesario y me guardo 30min para el mercado.
    Aun así hay muuucho margen de mejora.
    Me apunto al reto a ver que descubrimos!

    ResponderEliminar