lunes, 11 de junio de 2018

12 pequeños cambios: empantallados

En mayo nos planteábamos consumir con lógica. En mi reto me centraba sobre todo en comprar sin plástico o sin envase y estoy contenta de cómo ha ido. No han sido cambios espectaculares pero he incluido algunos productos más en mi repertorio de sin empaquetar, por ejemplo, las cervezas en botellas retornables, el papel higiénico, el vinagre, el bicarbonato y los huevos. Me he atrevido a llevar mi propia bolsa al supermercado para los albaricoques y las cerezas, he empezado a reutilizar envases de cartón o papel también. Las múltiples visitas a mercados y colmados las estoy solucionando con paciencia y la mochila para llevar al marmotillo. Si voy con la mochila puedo llevar el carro de la compra y cargar con todo es menos pesado. Estoy avanzando, poco a poco, pero voy avanzando.

En junio entramos en la mitad de estos 12 pequeños cambios y me gustaría también hacer un poco de repaso de los otros cambios que proponíamos. He donado al espacio familiar del barrio mi saca-leches y todos sus complementos, he hecho varias visitas a dejar trastillos de cocina en el armario de intercambio del barrio e hicimos un intercambio de libros viejos para celebrar el día del libro. He cambiado mi pasta de dientes por una en polvo que me ahorra tóxicos y plásticos. Esta semana voy a intentar hacer la semana sin carne, a pesar de que el fin de semana tenemos una barbacoa. Vamos, que no me olvido de esos pequeños cambios que empezamos hace meses y siguen estando presentes en mi manera de organizarme y vivir.



El mes de junio vamos a desconectar. No podría haber empezado mejor porque a finales de mayo pasamos todo un fin de semana desconectados de teléfono, electricidad, gas y agua caliente en una cabaña en las montañas. Es curioso porque jugábamos a no mirar el reloj y adivinar qué hora era y nuestro tiempo parecía más largo. No nos hemos aburrido (con seis niños en la casa eso es imposible), pero de alguna manera el tiempo pasa distinto cuando dejas de mirar una pantalla. La necesidad de estimulación constante y de saber lo que pasa inmediatamente disminuyen.



No somos una familia muy empantallada. No tenemos televisión (no me habléis de series porque la última a la que me enganché fue Anatomía de Grey, allá por el Pleistoceno), los marmotillos sólo ven 20 minutos de dibujos en fin de semana y cada semana se acuerdan menos, sobre todo cuando hace buen tiempo y tenemos una barbaridad de parques por explorar. Tenemos la norma de nada de pantallas antes del desayuno ni después de la cena y para mí también vale nada de pantallas mientras están los marmotillos conmigo, ¡que tengo que dar ejemplo! ;-) Cuando lo consigo y no miro en toda la tarde al teléfono, el tiempo no se me pasa tan rápido, me da tiempo a hacer más cosas, lo disfruto más y mágicamente la hora de la cena es mucho más agradable para todos.

Tengo el tiempo que tengo, si lo uso para unas cosas, no me queda para otras y últimamente prefiero usarlo para jugar, cocinar o leer libros, me sale a cuenta en nuestro bienestar como familia y me siento mucho más descansada cuando en una pausa me siento a no hacer nada que cuando uso esos minutos para mirar los últimos posts de Instagram.



No voy a prometer hacer una cura de desintoxicación de pantallas, no quiero. Me gusta subir fotos a Instagram y mirar las que subís vosotros, me gusta y me inspira leer posts de mis blogs preferidos y recetas. No quiero dejar de hacerlo, pero no quiero que mirar al móvil se convierta en el nuevo poner la tele de fondo cuando llegas a casa o usarlo para distraerme de situaciones o sentimientos incómodos. Quiero mirar menos las pantallas pero mejor.

¿Te apuntas a reflexionar sobre cómo usamos las pantallas y el tiempo? ¿Te atreves o te apetece hacer una cura de desintoxicación virtual? ¿Cuál va a ser tu cambio de este mes (ajem, más bien quincena a estas alturas ya)? Ya sabes, nos vemos por aquí o por allá en el hashtag #12pequeñoscambios.

¡Salud!

4 comentarios:

  1. Entre mis 12 pequeños cambios que ya llevo tiempo haciendo mencioné la ayuda que me ha proporcionado el libro de la japonesa Konmari. Ahora tengo menos cosas y más espacio. Ha habido gente que ha venido a casa y me ha dicho que se respira paz. De momento no encuentro un sofá a mi gusto por lo que me estoy acostumbrando a vivir sin él. Así tengo más tiempo para cocinar, meditar y conseguir mantener la casa recogida. En cuanto a la desintoxicación de pantallas, en el mes de sept. disfrutamos del mes sin tv. Para algunos fue más agradable que para otros. En mi caso, estuve encantada y al no tener internet en el móvil me es más fácil tratar de estar en el momento presente. :-)

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    1. Toda mi admiración, yo no podría vivir sin sofá... aunque a veces creemos que no podemos y todo es probarlo ;-) El minimalismo no es para nosotros. Estoy contenta de no tener ni casa ni coche de propiedad, eso creo que es muy minimalista, pero como somos muy basurillas y los nenes tienen cumpleaños, Navidades, etc. la tendencia a acumular cosas es bastante alta, ains...

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  2. Te admiro profundamente por este reto, creo que sería de los que más me costarían a mí. No estoy muy satisfecha de ello, pero la verdad es que a mí leer algunos blogs y redes en el móvil me da un rato de desconexión que agradezco cuando no puedo relajarme de otra manera: empezó con la lactancia (horas con una única mano libre, a veces desvelada por las tomas nocturnas...) y luego me ha costado mucho desquitarme. Intento imponerme normas, especialmente para que no me vea mi hija, pero a veces caigo... leerte me anima a imponerme nuevas rutinas.
    Mil gracias por contar todos tus retos, y especialmente las dificultades que suponen...

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    1. Aquí una que también empezó con esto de Instagram & co en el móvil con la lactancia. La tentación es muy grande, pero tengo algunos truquis que me funcionan (muchas veces) Por ejemplo, desconecto los datos móviles de Instagram y del navegador, así me evito la tentación de estar empantallada en el parque o en el autobús. En casa, cuando me quedo embobada, miro el reloj y me pongo un límite de tiempo: 10-5 minutos. Es alucinante lo deprisa que pasan esos minutos. A veces me da miedo que la vida se nos pasa mirando las vidas de los demás en el teléfono, ains... Intento no proponerme nada imposible y sé que una cura total va a ser prácticamente imposible, pero sí que intento dejar el teléfono guardado los fines de semana o simplemente en casa cuando salgo al jardín comunitario o al parque.

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