Spring, spring, spring...

Este año nuestra primavera se está comportando de lo más formal y no ha empezado a dar señales de vida hasta que se lo ha indicado el calendario oficial. Poco a poco me he ido dando cuenta de sus efectos, ayer un vecino silbaba con buen humor de buena mañana y en cada trocito de tierra pueden verse brotar los crocus y otras florecillas.

Pero lo que realmente da la entrada definitiva a la primavera es cuando, en mañanas como la de hoy, durante la visita semanal al mercado los puestos ofrecen ruibarbo, Bärlauch, espinacas frescas, Ostergruss, zanahorias tiernísimas, huevos de colores, berros silvestres... y la gente va luciendo sonrisas de sandía.

En mañanas como la de hoy sólo puedo hacer lo propio y cantar canciones ñoñas y cursilonas...



Para dar una idea de lo brusco que es todo esto, os cuento que hace sólo una semana me apetecía hornear dulces con sabores cálidos (como estos caracolillos reciclados para participar por los pelos en el HEMC 42) y beber tazas de té con motivos invernales.

Caracolillos de té "chai"



Ingredientes
Para la masa:
50 ml. de té "chai" especiado bien cargado
una cucharadita de levadura seca de panadero
50 gr. de azúcar
100 ml. de leche
2 cucharadas soperas de mantequilla blanda
2 yemas de huevo grandes
una cucharadita de sal
500 gr. de harina de espelta y trigo

Para el almíbar:
75 gr. de azúcar moreno
un chorrito de té "chai" especiado bien cargado
2 cucharadas de mantequilla derretida

Se disuelve la levadura y una cucharada de azúcar en el agua tibia. Se deja reposar hasta que haga espuma.
Añadir el resto de los ingredientes para la masa y amasar en una superficie enharinada hasta obtener una masa lisa y un poco pegajosa (de 5 a 10 minutos).
Dejar levar la masa de 1 a 2 horas.
Preparar un almíbar con el azúcar, el té y la mantequilla.
Con un rodillo, aplanar la masa hasta obtener un rectángulo.
Pincelar la masa plana con el almíbar.
Enrollar la masa por el lado más largo del rectángulo.
Cortar el rollo en quince trozos.
Poner los trozos en plano en una bandeja preparada para el horno y dejar levar otra vez hasta que casi doblen.
Hornear en el horno precalentado a 190ºC una media hora, hasta que los bollos estén dorados.

Esta vez fueron sin glaseado, pero el almíbar los dejó también pegajosillos y con un delicioso toque a especias. A medida que fueron pasando los días fueron mejorando en sabor, eso sí, la textura fue cambiando y quedaron más secos (nada que un buen vaso de leche no puediera solucionar)

Ahora ya toca retirar las tazas invernales, poner en circulación las de motivos florales y pensar en menús más primaverales con muchas hierbas y brotes tiernos :)

¡Feliz primavera!