Salgo de la ducha envuelta en el albornoz y miro por la ventana hacia la oscuridad. Está nevando. A lo mejor sí que tendremos una blanca Navidad al fin y al cabo. Me lleno la boca de galletas y cacahuetes y me pongo a teclear en silencio, al ritmo de las respiraciones profundas de mi alrededor.
El aire se vuelve húmedo, pesado y frío, todo se vuelve lento, reflexivo, pausado. Quiero sentarme y mirar hacia adentro en silencio. Quiero verme, apagar el ruido y verme de verdad, sin los demás, sin su mirada sobre mí, sólo yo.
Este otoño he tenido algunas ideas y parece que, de momento, no se me ha llevado el viento, pero quiero mirarme más de cerca y reflexionar sobre lo que quiero y lo que no. Sobre lo que es importante y de lo que puedo prescindir. Quiero llegar al fondo, quitar capas, encontrar lo esencial.
Voy a preparar una celebración muy especial y voy a hacer cremas para la piel caseras. He aprendido a hacer algunos dulces sin huevo, voy a practicarlos y espero compartirlos. Necesito comer en cuenco y con cuchara, necesito sopas de miso, potajes de lentejas, aromas de canela y pimentón. Ya noto la llamada de los glúcidos y no pienso ignorarla.
Estaré un par de semanas de vacaciones y no sé si me pasaré por aquí. Lo digo ahora por si acaso: felices fiestas, feliz solsticio. Espero que tengáis unas fiestas tranquilas, sin estridencias y llenas de sonrisas. Nos vemos seguramente en el próximo año.
¡Salud!
Salud y buenas fiestas a ti también. Gracias por pasarte a saludar y a transmitir tanta paz y sosiego.
ResponderEliminarGracias y felices fiestas a ti también. :-)
EliminarMe encantas, Marona, tu mensaje me ha hecho sentir un poco mejor en esta vuelta solitaria a mi vida de expatriada.
ResponderEliminarCómo cuesta alejarse del calor, del olor de las pieles que quiero.
Leerte me da algo de fuerza.
Gracias!