Una de las cosas que me encantan de la vida marmotil es que todo vuelve regularmente y puntualmente. Así puedo disfrutar de las cosas que más me gustan una y otra vez, como, por ejemplo, las comiditas campestres o
picnics.
Desde la simple manzana y paquete de crackers para pasar la tarde hasta el auténtico almuerzo con mantel, copas de vino y postre, pasando por el clásico bocata de tortilla, todos son fantásticos.

Tirarse en la hierba y holgazanear, comer al aire libre bajo los árboles y pájaros, dejar que el solete te de en la nariz o que una sombra fresca te alivie de los calores son de las mejores cosas que se pueden hacer en primavera.
He vivido picnics míticos, como ese en que algún inocente se disfrazó de dominguero para ir a Can Coll de
Collserola, o aquél en que casi tuvimos un accidente de carromato en el
Parc de la Ciutadella.

El hecho es que este domingo volvimos a inaugurar la temporada de comiditas campestres en el
Volksgarten, a unos diez minutos de casa a pie, con unos espárragos asados, mozzarella, speck, pan, fresitas de postre, un vinito de Cariñena para regarlo todo y un
buen libro para pasar la tarde...
¡Salud!
*siglas de "Evento de la Marmota", que me salía un título kilométrico... ¡uf!