El café es sagrado para los austríacos, tiene todo su ritual, y no vale ir a "echar un cafelote rápido". Cafés en Salzburgo hay muchos, desde el elegante Sacher (donde sirven la auténtica tarta, sí, sí... la Sacher) hasta el moderno Capp&cino.
Además del Sacher, otro café con mucha solera en la ciudad es el Café Bazar. Dejar pasar una tarde de domingo en el Bazar suele ser una experiencia. Te sientas en una mesita de mármol, lees detenidamente la carta de cafés y eliges. Al cabo de un buen rato (no hay prisas) llega el camarero y te ofrece "Etwas Süßes dazu?". Naturalmente, picas y pides un trozo de tarta (la de plátano y chocolate casi me hace perder el sentido). Entonces el tiempo se para. Hojeas el periódico, alguna revista y paseas la mirada por el resto de la sala observando a los habituales.
Está aquella señora con el jersey de leopardo, pintada con una gruesa capa de rimmel y rouge. También hay la típica pareja de novios, ante sendos chocolates con nata, echándose miraditas pícaras. Los viejecitos que ya debían estar cuando inauguraron el local (hacia finales del siglo XIX) y siempre se piden su Melange... Y al fondo, sentado en su mesita, sorbiendo su Verlängerter (café de filtro largo) está mi personaje favorito.
Es un hombre de unos 70 años, pequeño, vestido con la sencilla y pulcra elegancia de los mayores. A simple vista no lo aparenta, pero en realidad es un Don Juan.
Una vez había dos chicas jóvenes sentadas en la mesa de su lado. Ellas pagaron sus consumiciones y se dispusieron a calzarse sus abrigos cuando él alzó la mirada. En ese momento, con esa rancia caballerosidad imperial que gastan los austríacos en ocasiones, les dijo sonriendo "Verlassen mich schon die junge Damen?" (¿Las jóvenes damas me van a abandonar?). El efecto fue inmediato y las damas en cuestión soltaron una risita entre halagada y nerviosa.
Me pareció un golpe tan elegante y tierno que desde entonces lo miro como el Don Juan que seguramente fue. Me encantaría que alguna vez me contara sus andanzas como conquistador, dejando fundir una tarde de domingo degustando un Kleiner Brauner (café pequeño con nata) y un bizcocho como éste que, por cierto, pongo a disposición del HEMC, servidora de ustedes y de Mercedes (que ha escogido el tema del mes)
Bizcocho mediterráneo de antaño (inspirado en la receta de Casa Moro y hecho según las normas de antaño de Ibán, sin chocolate ni productos del Nuevo Mundo)
Ingredientes
125 ml. de aceite de oliva (más extra para untar el molde)
100 gr. de miel
4 huevos separados.
150 gr. de almendras molidas
100 gr. de harina de trigo tamizada (más extra para espolvorear en el molde)
una pizca de sal
almendras fileteadas para decorar
Se precalienta el horno a 180ºC. Se prepara un molde para horno con aceite y harina, o papel de horno. Se mezcla el aceite con la miel y las yemas de los huevos. Se mezclan la harina y las almendras molidas. Se baten las claras con la pizca de sal a punto de nieve. Se junta la mezcla de harina con la mezcla de aceite. Entonces, se incorporan las claras con cuidado para que no se bajen. Se echa en el molde, se espolvorea con almendras laminadas y se hornea unos 30 minutos.
Estoy muy orgullosa de este bizcocho porque aunque está inspirado en una receta de un libro, le he cambiado tantas cosas (azúcar por miel, menos almendras, menos aceite, un molde más alto, más tiempo de cocción...) que la he hecho mía completamente. Es increíblemente esponjoso para ser que no lleva impulsor y no es demasiado dulce, los golosos siempre pueden añadir más miel o azúcar. ¡El sabor del aceite de oliva es increíble!
Espero que a mi conquistador le gusten estos sabores tan mediterráneos.
¡Salud!
Como siempre, tú relato es fantástico, te transporta allí :)
ResponderEliminar¿Se fuma en los cafés austriacos? Es para hacerme una idea del olor.
Qué gracia, "las normas de antaño" ;) ...y un poquito de manteca? Ah, no! que estamos en cuaresma, claro!!
Y tal vez algo de aromáticos? digo, para dar alegría al paladar medieval en este tiempo de penitencia...
Qué buena combinación la de miel y aceite de oliva!! Me encanta untarla en mi tostada de desayuno, el sabor es tan especial, tan "prehistórico".
ResponderEliminarMe gustaría preparar tu rico bizcocho para una tarde de lluvia, con un te negro y soñando con viajar por centroeuropa...
Besos
Con este post me entran unas ganas locas de cogerme un avión hacia Salzburgo e ir directa a conocer a ese Don Juan!!! Adoro pasar largas horas tomando café...
ResponderEliminarEste bizcocho es interesante... tengo curiosidad por conocer el gusto del aceite en este postre... igual lo hago!
Petonets
Estupendo relato de los cafés austriacos y de ese Don Juan...
ResponderEliminarPero ante todo un exquisito bizcocho que según la imagen debe saber riquísimo.
Gracias por compartir la receta que algún día podremos adaptar al mundo sin gltuen.
Besotes,
Ana y Víctor.
Me gustó la película de hoy. Eres una genia del teletransporte escrito. Por cierto, me preguntó Don Juan que si ibas mucho por allí...
ResponderEliminarNo puc esperar el moment de tastar-lo! Amb aquest toc exòtic i tradicional alhora!
ResponderEliminarEse aceite, esas almendras... ¿Quién necesita chocolate cuando se tienen ingredientes tan mediterráneos?
ResponderEliminarAunque bien pensado, un buen chocolate a la taza tampoco iría mal con tu bizcocho... Me lo apunto para las meriendas de esta semana.
De paso, te invito a sentarte 'a orillas del Salzach'. Un saludo de Karmele (con Ka)
Hace poco me dio por fisgonear por los blogs sobre cocina y un buen día me encontré con el tuyo, mi sorpresa y posterior enganche llegó cuando aparte de poder aprender de tus recetas disfrutaba de las fotos y de las historias cotidianas de un país que no conozco, hoy al leer sobre "el conquistador" no me he podido resistir a escribirte unas líneas, gracias por el blog y felicidades por esa mirada que pones en las cosas cotidianas que las hacen tan especiales.
ResponderEliminarTribeca, desde Gran Canaria.
Ibán, en los cafés austríacos se fuma, y a veces se fuma pipa... así que ya te puedes imaginar el aroma ;). El bizcocho me lo imaginaba más bien en el Levante o en la Mallorca de la pre-reconquista, de ahí lo del aceite y las almendras. Si lo tuviera que aromatizar, caería agua de azahar o piel de naranja, sin duda. :)
ResponderEliminarMar, yo tenía miedo del sabor potente del aceite pero eso fue lo que más me gustó del bizcocho. Lo de la tostada, ¡voy a probarlo!
boomings, después del esquí lo de las largas horas de café es el deporte nacional austríaco, además, lo preparan delicioso! Así que ya sabes, la próxima vez en vez de a Munich te vienes p'acá y merendamos juntas!
Ana y Víctor, me alegro de que os guste el relato y el bizcocho. Yo creo que se podría adaptar la receta, y más con vuestra maña para los dulces :)
Lego, jijijiji... ¿de veras te dijo eso? jijijiji...
Sara, doncs és ben fàcil! Som-hi!
Karmele, ¡¡¡holaaaa!! ¡qué sorpresa! Ahora mismo me calzo las botas y me voy a dar un paseíto por el Salzach, a ver si no hace demasiado viento... jejeje
Tribeca, Bienvenida a mi casita, me alegro de que te guste. Escribo en el blog con mucha ilusión y anima un montón saber que hay alguien "al otro lado" que disfruta. Muchas gracias.
¡Abrazos a todos!
Que mas puedo decir que no te hayan dicho ya... Fabuloso tu bizcocho , leyendote dan ganas de estar al lado de una chimenea y pegar un gran mordizco a este fabuloso bizcocho.
ResponderEliminarcerise, ay, sí... una chimenea... y un chocolate calentito... ¡Me alegro de que te haya gustado la receta!
ResponderEliminarBesos!