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miércoles, 7 de mayo de 2008

Feo pero salao

No hay que hacer caso del aspecto exterior. En la línia del Sellerie, también hay otros como estos topinambur que parecen recién caídos de un planeta desconocido y después están bien ricos. Hay que quererlos así, tal como son, sin juzgarlos por esa apariencia incómoda de mirar.



Acabo de leer en la wiki que es una planta familia de los girasoles y que, además, tiene un montón de propiedades nutritivas fantásticas. Aunque también hay algunos que creen que ninguna menta puede combatir los efectos secundarios que puede producir ;). La verdad es que a mí me sientan peor algunas legumbres ;).

Tiene una textura parecida a la de una patata y un sabor que recuerda a la alcachofa (supongo que por eso se llaman "alcachofas de Jerusalem" en inglés). Los probé hace algún tiempo y tardaron tanto en cocerse que no me volví a animar hasta que me picó otra vez el gusanillo viendo esta receta. Ayer nos los cenamos así:

Ensalada de topinambur y rúcula




Ingredientes (para dos)

medio kilo de topinamburs
un buen puñado de rúcula
un buen trozo de feta desmenuzado
una cucharada de yogur griego
medio ajo picado
un poco de menta picada
un chorro de aceite
un chorrito de limón
sal y pimienta al gusto

Se pelan los topinamburs y se parten en trozos. Se cuecen (yo creo que los dejé una media hora) hasta que estén tiernos. Se escurren. Se prepara una salsa con el yogur griego, el aceite, el limón, la menta, el ajo, sal y pimienta. Se mezcla todo con la rúcula y el feta y...¡a comer!. A mí me gusta que quede tibia, por eso me la como inmediatamente, pero también se puede dejar enfriar.

Justo antes de comerla, le añadimos una mezcla de flores y especias, y unas cuantas pipas de calabaza... mmmh...
En realidad, no deja de ser una variación más de la Kartoffelsalat de estas tierras.

¡Salud!

domingo, 23 de marzo de 2008

A estos austríacos se les va la pinza

En un día como hoy el mundo se vuelve loco en este país. Los conejos (bueeeeno... las liebres) ponen huevos por el jardín que se convierten en coloreados tesoros por descubrir y los niños prefieren comer huevos duros que chucherías...

Se empieza con un magnífico desayuno y se acaba con largos paseos. Es un día en el que aunque el tiempo diga que es invierno, la primavera está en el ánimo de la gente.

Nuestro desayuno de Pascua tiene dos departamentos, el radical y el dulce.


El departamento radical. Dos de los rábanos comprados ayer en el mercado: el blanco tiene un nombre impronunciable e irrecordable. El rosa tiene el precioso nombre de Ostergruß (saludo de Pascua).

En el primer departamento trabajan sin descanso rábanos y zanahorias de diferentes tipos (también se ha colado un hinojo que saltó celoso del cajón de las verduras) que untándose en un dip de queso fresco de oveja, nata agria y tomates secos italianos cumplen con su deber de proporcionar alimento y placer a los comensales.


El departamento dulce. El Pinza, bollo típico de Pascua austríaco, adornado con huevos duros pintados. Mantequilla de la lechería del mercado, mermelada de cerezas y Bauernschincken.

En el departamento dulce dan el callo mermeladas y mantequillas esperando ser untadas generosamente en el Pinza (receta del delicioso blog Chili und Ciabatta y traducción en El Cafetito), el bollo de pascua típico austríaco. Un colaborador eventual del departamento dulce es el jamón cocido, Bauernschincken, una gozada de textura y sabor.

Todos juntos forman un equipo muy bien avenido que hace funcionar a la perfección el mecanismo del Osterbrunch. Magnífica manera de celebrar que la vida se despierta. Porque es eso lo que se celebra... ¿o era otra cosa?


¡Feliz día de Pascua!

lunes, 17 de marzo de 2008

Un fin de semana

¿Qué hacer en un sábado soleado?




¿Qué hacer en un domingo lluvioso?


  • Una cata ciega de raíces (sí, lo sé, esto está llegando a unos niveles de frikismo insostenibles ;))
  • Convertir un error en la cocina en un plato digno de un restaurante "aminipuá" moderno.
El resultado de la cata:



Raíz 1: en crudo tiene un suave sabor a col dulce y la textura de un rábano muy tierno. Después de un cocido de 5' es tiernísima, recuerda un poco a un espárrago.

Raíz 2: en crudo tiene un sabor intenso y ligeramente picante. La textura muy crujiente. Cocida es más fibrosa que la 1 y recuerda a la coliflor.

Raíz 3: es la que tiene un sabor más dulce, tanto en crudo como en cocido. Muy suave. De las tres, creo que es la que más le gustaría a los niños.

Y si alguien se anima a nombrarlas yo estaré encantada, porque tengo un lío de nombres que no me aclaro. Entre todos desvelaremos el misterio del nombre de las raíces ;)

El resultado del error en la cocina:
En principio quería hacer un estofado de nabos y lentejas (con las amigas de la cata). Pero demasiada agua y tiempo de cocción hizo que quedara esto...

Supremas de salmón sobre semi-cremoso de nabos y lentejas
(¡toma ya! :D)



Ingredientes (para dos)

unos cuatro nabos medianos variados (se pueden sustituir por col o coliflor si no se tienen a mano las raíces)
una taza de lentejas rojas
una cebolla grande picada
dos supremas de salmón cortadas a lonchas finas
cebollino
caldo de verduras o agua
pimienta y sal Maldon al gusto
aceite

Se pocha la cebolla en el aceite. Se añaden los nabos a dados grandes y las lentejas, se cubre con caldo o agua y se deja cocer unos 15 minutos. Se tritura la mitad del guiso y se vuelve a poner en la cazuela.
Se hacen las supremas de salmón a la plancha.
Se monta el plato: un cucharón del guiso en el fondo del plato, las supremas encima y se espolvorea con el cebollino picado, pimienta y sal Maldon al gusto.

¿A que me ha quedado "aminipuá"? :D:D:D Vaya, que después de esto ya puedo cobrar 30 eurazos por el platillo :D:D:D

¡Salud!

jueves, 13 de marzo de 2008

Raíces II

Siguiendo la cata de raíces, hoy le toca el turno a la Steckrübe o Wasserrübe... aunque a mí me gusta más rutabaga, que es casi tan musical como bubangos.

La rutabaga es una especie de rábano grandote que cuando es joven es blanco pero a medida que va creciendo le salen unas manchas moradas muy bonitas. Es de la familia de las brassicas (¡que familia tan grande!), así que tiene el clásico regusto a col. En crudo me recuerda mucho al rábano pero más suave. Ya cocida me ha recordado al colirrábano con un punto como de espárrago.



Parece poca cosa así, sin conocerla más a fondo, pero resulta que es toda una heroína ya que salvó del hambre a mucha gente en Alemania el invierno del 1916/17 (el cual se nombró, en honor a nuestra valiente protagonista, Steckrübenwinter). Fue un invierno duro aquél, las patatas se las habían comido otros bichos, la cosecha de cereales no fue tampoco muy abundante y, encima, estaban en medio de La Gran Guerra.

Parece ser que después de aquello se dejó de apreciar bastante y quedó olvidada como los veteranos de guerra. Pero vistas sus maravillosas propiedades nutritivas y su fantástico sabor, la gente se ha reconciliado con ella y se vuelve a comer en las casas.

Yo la he preparado en Eintopf (potaje en cristiano, lit. "dentro de la olla") con unas pataticas y un poco de carne de cordero, que parece que el invierno vuelve a pegar fuerte.

Steckrübeneintopf (o potaje de rutabaga)



Ingredientes (para dos)

un par de patatas
un cuarto de kilo de carne de cordero para guisar
tres rutabagas medianas (en este caso jóvenes)
un puerro
caldo de verduras
perejil picado
aceite
sal y pimienta

Se salpimenta la carne y se dora en una cazuela con un poco de aceite. Se añade el puerro picado y se pocha. Se añaden las rutabagas en dados (yo no las pelé, eran muy tiernas) y el caldo de verduras. Se deja hacer chup-chup hasta que la carne esté tierna (unos 45 minutos). Entonces se le añaden las patatas peladas a daditos y se deja unos 20 minutos más.
Se sirve calentito con perejil picado.

¡Y ya puede soplar el vendaval!
¡Salud!

martes, 12 de febrero de 2008

Raíces

En estos países fríos las verduras que intentan sacar la naricilla de la tierra de octubre a marzo tienen que vérselas con hielo y temperaturas no muy agradables. Así que tiene su lógica que sólo con asomarse un poquitín, vuelvan y crezcan hacia el centro de la Tierra, pobres.

Por eso creo que en Austria hay un surtido maravilloso de raíces sabrosísimas para escoger y disfrutar en estos meses, cuando el resto de verduras tienen sabor de cámara frigorífica o de largos viajes en camión.

Las que os quiero presentar hoy son el Sellerie (apionabo) y la Petersilienwurzel (raíz de perejil).



El primero es una tipología de apio del que se come la raíz. Tiene un aroma a apio increíble y la textura de un nabo (supongo que de ahí el nombre). El pobre no es muy agraciado, pero os aseguro que está muy bueno. Lo uso como si fuera una patata: en puré, en crema con unos dados de pan tostaditos, como patatas fritas para acompañar carnes... Crudo en ensalada aún no lo he probado, pero ya tengo pensada la vinagreta de limón que le puede ir de perlas.

La segunda tiene la pinta de una chirivía y el sabor es muy parecido. Es fantástica en sopas o asada sin más. Se suele usar para hacer caldo con puerro, zanahoria y Sellerie.

Combinando estas raíces preparé un plato de pasta muy bueno, bonito y barato.

Pasta con raíces y queso azul



Ingredientes: (para dos zampabollos)
un poco de aceite de oliva
medio apionabo (se puede usar apio normal)
una zanahoria grande
un par de raíces de perejil (se pueden usar chirivías)
un puerro
un vaso de vino blanco
100 gr de queso azul cremoso (yo usé Edelkron)
un chorrito de leche
sal y pimienta al gusto
pasta al gusto (yo usé pasta corta de diferentes formas y colores)
parmesano rallado para servir

Se pochan en el aceite todas las verduritas cortadas en trozos pequeños. Cuando ya están tiernas, se añade el vino, se deja evaporar y se añade la leche y el queso.
Se mezcla con la pasta cocida al dente y se sirve inmediatamente con parmesano espolvoreado por encima.

Simple, pero fantástica combinación. ¡Auténtico sabor de invierno! ¡Las escalibadas pueden esperar!

¡Salud!