La luz que entraba en mi apartamento era más débil, todo se veía diferente. Quise seguir las pistas de lo que estaba pasando, para poder descubrir el porqué de aquellos cambios.
Entonces me vestí y salí a la calle. Con sorpresa observé que los árboles ya no eran de un verde intenso, tenían las puntas teñidas de ámbar y ocre.
Cuando llegué al mercado, allí donde antes había frambuesas y moras, había preiselbeeren y ciruelas.
Los melocotones y las nectarinas habían sido sustituidas por peras, manzanas y membrillos.
Los calabacines ya no se mostraban orgullosos en primer plano, habían quedado apartados por sus hermanas las calabazas como príncipes destronados.
El sol de media mañana ya no caía en picado sino casi a ras del horizonte, jugando con las sombras de las frutas y verduras.
Y cuando miré hacia mis pies, en vez de mis flip-flops, ¡los descubrí embutidos en mis calcetines de Pippi Calzaslargas!
Esa fue la pista definitiva... el otoño ha llegado... ¡elemental querido Watson!
Calabaza asada
Ingedientes:
una calabaza "moscada"
una cucharadita de comino
un par de guindillas
aceite de oliva
sal y pimienta
Se precalienta el horno a 200ºC. Se parte la calabaza en trozos (se puede dejar la piel) y se coloca en una bandeja para horno.
En un mortero o máquina de cocina se machacan el comino con la guindilla. Se sazonan los trozos de calabaza con sal, pimienta y las especias. Se untan con aceite de oliva y se meten en el horno durante una hora o hasta que estén blanditos al pincharlos.
Algunas sugerencias:
Se puede servir tal cual con una ensalada crujiente para acompañar y un queso curado espolvoreado por encima.
Se puede usar para hacer un risotto aliñado con aceite de pipa de calabaza, pipas y jamón.
Se puede triturar con leche o caldo para hacer una cremita o machacarla con cebolla pochada y hacer un puré para acompañar pollo o asados.
O también se puede congelar para cuando haya más inspiración entre los fogones.
¡Feliz comienzo de otoño!